para las simples verita y gabi. Por todas sus risas.
Encima del alma dos caricias fraternas, lúcidas, ensimismadas de poder y sensaciones. Los corchos desvanecidos y ya. El vino, las pelucas rubias y el helado de mantecol.
Rió, atardecer en ese rió. Encamperada, dinámica se autoirradia de luz, se entrelaza de formas, revierte su espacio humano y respira de los sauces. Es un macramé de vida, es un pulular de sentimientos.
Las abatidas del aire la vuelcan jocosa e informal, la amasan, la tejen entre el pasto de invierno, medio seco, medio amarillo, escaso.
Por ahí anda el juncal, las margaritas virtuales, los ursos y dementes vasos de tapper y su amiga. Su amiga la de la maquinola. La maquinola.
Y esa, su amiga, la de la maquinola, reviste la maquinola de espuma, la enjuaga para la ocasión y flash!!. Foto, fotosíntesis, química de asteroide y amor libre de libertad -no de capacidad de lugar-. Ante la mirada filosa por el objetivo de su queridísima ella se aferra, delata su risita y grita, porque gritar la emancipa. La anida el saberse con alas. La abarrota el colchon de telgopor imaginario.
Chifla el cocinero, hierve la guiseada y jadea el comedor. Correr, correr.
e aqui juaN. pareciera que todo esta emparentado con la desesperanza de saberse vil
miércoles, 12 de diciembre de 2007
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1 comentario:
gracias. y sonrisas. y más gracias.
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