Adoctrinar es una palabra un poco pesada, calduda, espesa. Pero bien, entonces no habría que utilizarla, por lo menos para pensar lo lindo que es enseñar, como algo diferente a adoctrinar.
Se me ocurre que en la enseñanza hay mucho mas de solidaridad, de comunión. Un despojo preconcebido, un camino que se abre, dos personas que al fin van a escindir sus actos. Incorporan y arremeten, suspiran y proponen. Y en esa incorporación o en ese suspiro incuban una unión infinita, puesta en el saber, en la mediación de no ser uno sin el otro.
Enseñar a usar una cámara de fotos, a presionar con mesura, a agudizar el ojo en un momento preciso, a librar los criterios, a llenarse de luz.
Y esta foto es producto de una pequeña enseñanza, de un temeroso convite al adrenalínico mundo de las imágenes. Humildes recomendaciones, tímidos consejos. Después esta foto, una síntesis, una posibilidad, nunca una doctrina.