Incendiado estaba el fitito que provenía de la zona de ciudad universitaria. Diezmada en su pena, reaccionó furiosa y se tiró al río a nadar, nadó, nadó y nadó.
A la larga todo nadar desvanece los brazos entonces vió sumergirse su cuerpo en las aguas del río, hasta que llegó al fondo, al barro, pero no se ensució, llevaba una ballerina en la cartera, siempre útil.
Bien sabido es que al otro día la encontraron con una bazofia de hombre, de copas y en el barrio de san cristobal, sí, por la calle moreno se dice....
Los atardeceres mojan, barren, hunden y reconfiguran. Son la transición.
e aqui juaN. pareciera que todo esta emparentado con la desesperanza de saberse vil
sábado, 20 de octubre de 2007
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